A medida que las normativas europeas sobre emisiones se endurecen, superar la prueba de gases de la ITV se convierte en un reto creciente para los propietarios de vehículos diésel con más de una década a sus espaldas. Una prueba que, si se suspende, deja al coche con movilidad limitada: solo podrá circular hasta un taller o de vuelta a una nueva inspección.
El problema no siempre es técnico, sino práctico. Muchos de estos coches siguen funcionando correctamente en el día a día, pero fallan en el momento clave de la inspección. La razón principal suele estar en la acumulación de residuos en la válvula EGR y otros elementos relacionados con la combustión.
¿En qué consiste la prueba de gases?
Durante la ITV, lo que se evalúa no es tanto el estado del motor como la calidad de los gases que salen por el escape. Para ello, el coche es sometido a una aceleración en vacío, hasta alcanzar el corte de inyección. Así, se mide la opacidad del humo expulsado y se comprueba si se ajusta a los límites establecidos por el fabricante.
La acumulación de carbonilla es uno de los motivos más frecuentes por los que un coche aparentemente en buen estado puede suspender esta prueba. Esto sucede especialmente en vehículos que se utilizan sobre todo para trayectos cortos, con poco esfuerzo del motor. En esos casos, la válvula EGR puede ir acumulando residuos que se liberan justo durante el test de aceleración. Resultado: más humo y, por tanto, mayor probabilidad de fallo.
¿Cómo evitar que esto ocurra?
Hay una solución sencilla y efectiva. Antes de llevar el coche a la ITV, conviene conducirlo durante unos minutos a altas revoluciones (por encima de las 4.000 rpm). Esto ayuda a expulsar buena parte de la carbonilla acumulada. Puede hacerse de forma segura en una autovía, sin necesidad de superar los límites de velocidad. Lo ideal es hacerlo con el motor ya caliente y manteniendo una marcha corta durante unos minutos. Este pequeño gesto puede marcar la diferencia entre aprobar o no.
Revisión preventiva y trucos útiles
Además de esta limpieza activa, hay otras recomendaciones que pueden ayudar a reducir las emisiones y superar la ITV con garantías:
- Revisión de inyectores y filtros. Si hace tiempo que no se cambian, conviene acudir a un taller para limpiarlos o sustituirlos. Un motor que quema mejor el combustible emite menos residuos.
- Encender sistemas eléctricos durante la prueba. Algunos mecánicos aconsejan activar luces, calefacción o luneta térmica justo antes del test. Esto hace que el alternador trabaje y, en consecuencia, el motor tenga que compensar con una combustión más exigente y eficiente.
Aunque pueda parecer un detalle menor, estas medidas aumentan las probabilidades de éxito, especialmente en coches que ya acusan el paso del tiempo. Y lo más importante: permiten seguir circulando legalmente sin necesidad de cambiar de coche.
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