Los casos más graves de esta enfermedad permiten acceder a la incapacidad permanente absoluta, que paga toda la base reguladora, siempre que se acrediten los requisitos médicos y laborales exigidos.
La Seguridad Social reconoce pensiones de incapacidad permanente a trabajadores con fibromialgia cuando la dolencia limita de forma seria su vida laboral y diaria. En los expedientes más contundentes, el importe alcanza el 100 % de la base reguladora, evitando así que el afectado quede sin ingresos estables.
Cómo demuestra el trabajador con fibromialgia su derecho a la incapacidad permanente
El primer paso pasa por recabar informes clínicos que detallen la intensidad del dolor, los famosos “puntos gatillo”, al menos 18, y los resultados del test FIQ. Con esa documentación, el solicitante acude al Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI). ¿Por qué es tan importante? Porque, aunque su dictamen no sea vinculante, suele inclinar la balanza a favor o en contra de la prestación.
Además, el interesado debe evidenciar ante la Seguridad Social que la enfermedad repercute directamente en su desempeño profesional. Si no se demuestra esa relación causa‑efecto, la ayuda se deniega.
Cuándo la Seguridad Social concede el 100 % de la base reguladora por fibromialgia
No todas las resoluciones otorgan el 100 %. Ese porcentaje corresponde únicamente a la incapacidad permanente absoluta, reservada a quienes no pueden trabajar en ninguna ocupación. Para llegar a ese grado se exige, como mínimo, una fibromialgia catalogada en Grado III (severa) y, muy a menudo, la presencia de patologías añadidas como fatiga crónica, depresión o colon irritable.
En profesiones físicas con fibromialgia de Grado II (moderada) suele concederse la incapacidad permanente total, que paga el 55 % de la base reguladora. No obstante, en puestos sedentarios la prestación también puede aprobarse si existen algias generalizadas o dolencias asociadas.
Principales criterios médicos y legales que valora el tribunal EVI en estos casos
Antes de sentarse ante el tribunal, conviene repasar las claves que inclinan el informe a favor del trabajador:
- Cuadro de astenia generalizada que limite las tareas básicas.
- Medicación vitalicia y agresiva con efectos sobre la capacidad cognitiva.
- Secuelas constatadas en sentencias previas, como las recogidas por Campmany Abogados, donde se han reconocido tanto la absoluta como incluso la gran invalidez.
No es moco de pavo: el EVI examina cada documento, el historial de bajas y la descripción del puesto de trabajo. ¿Te suena complicado? Lo es, pero un expediente bien armado, marca la diferencia.
Diferencias prácticas entre incapacidad permanente total y absoluta para el trabajador
A muchos solicitantes les asusta la terminología. Sin embargo, la distinción resulta decisiva en el bolsillo. Observa la comparativa:
Grado de incapacidad | ¿Permite trabajar? | Porcentaje sobre la base reguladora | Compatibilidad con empleo |
---|---|---|---|
Total | En actividades distintas a la habitual | 55 % | Sí, en otra profesión |
Absoluta | No, en ningún trabajo | 100 % | No se puede compatibilizar |
Como ves, pasar de total a absoluta supone casi duplicar la cuantía mensual y la tranquilidad financiera asociada.
No obstante, por muy claros que estén los informes, la Seguridad Social exige un mínimo de cotización (salvo en caso de accidente o enfermedad profesional) y la presentación telemática o presencial del formulario oficial, DNI, vida laboral y partes médicos. ¡Revisa cada papel antes de entregarlo!
¿Qué pasos seguir después de la resolución y qué recursos existen?
Si la resolución es negativa o se otorga un grado inferior, cabe interponer reclamación previa y, posteriormente, demanda judicial. Diversas sentencias han corregido valoraciones iniciales, especialmente cuando se demostraron nuevas pruebas clínicas. Por tanto, no conviene tirar la toalla a la primera. Recuerda que publicamos a diario las últimas noticias sobre prestaciones, ayudas y pensiones.