Dos cascadas de 20 metros y acequias medievales convierten Faraján en la escapada más fresca de la Serranía de Ronda
Cuando el termómetro se dispara y lo único que apetece es huir del asfalto ardiente, la Serranía de Ronda se convierte en un oasis con banda sonora de agua. Imagínate caminar a la sombra de los castaños mientras un perfume a tierra húmeda te acompaña a cada paso. Ahora añade el rumor constante de un arroyo que, travieso, salta por la ladera y se deja caer en dos cascadas que rondan los 20 metros. No hablamos de un sueño tropical, sino de las Chorreras de Balastar, en Faraján (Málaga). Son apenas dos kilómetros de sendero, pero suficientes para resetear cuerpo y mente. ¿Te animas a remojarte el verano?
¿Dónde están las Chorreras de Balastar y por qué te refrescarán el verano?
El paraje se esconde al noroeste del casco urbano de Faraján, un pequeño municipio malagueño enclavado en plena Serranía de Ronda. Desde la calle principal (justo antes de la Plaza de Andalucía) parte el acceso que, en un visto y no visto, te sumerge en un corredor vegetal donde el sol apenas se atreve a asomar la nariz.
Lo que hace especial a este rincón son sus dos saltos de agua: el primero mide 20 metros y el segundo se estira hasta los 22 metros. Ambas cascadas nacen del arroyo Balastar, cuya fuente también puede visitarse para redondear la excursión. En días de calor sofocante, el vapor fresco que levantan actúa como un aire acondicionado natural… sin factura de la luz.
Paso a paso: así es la ruta circular de 2 kilómetros
El itinerario comienza con el descenso de la vereda del Charco, un tramo de unos 400 metros que baja serpenteando entre bancales cultivados por los vecinos. Tras un giro a la izquierda, bastan 150 metros más para plantarse ante la primera chorrera.
- Inicio: parte derecha de la calle principal de Faraján.
- Tramo 1: vereda del Charco (400 m de bajada).
- Tramo 2: desvío izquierdo hasta la primera cascada (150 m).
- Tramo 3: seguir medio kilómetro para alcanzar la segunda cascada (22 m).
- Regreso: subir de nuevo el tramo a la inversa y completar la circular de 2 km.
Ese medio kilómetro hasta la segunda caída de agua es el único tramo lineal; tendrás que desandar lo andado para reincorporarte a la vereda principal. Nada grave: verás las cascadas dos veces y, admitámoslo, a nadie le amarga un segundo chapuzón.
¿Qué tesoros históricos guarda el sendero?
Además del espectáculo acuático, el recorrido presume de varias acequias excavadas en la roca durante la época musulmana. Estas canalizaciones, talladas a golpe de paciencia siglos atrás, siguen guiando el agua entre huertos y frutales que hoy continúan en producción.
Como guinda histórica, encontrarás los restos de un antiguo molino árabe que se valía de la fuerza del arroyo para mover sus piedras. Y si te quedas con ganas de más, existe una derivación de tres kilómetros que asciende hasta El Romeral, donde esperan vestigios celtas, una muralla romana y el Dolmen de El Romeral junto a la Cueva de los Almendaraches.
Consejos prácticos para disfrutar sin contratiempos
En primer lugar, respeta las indicaciones del camino: el tramo que baja a la segunda chorrera exige volver sobre tus pasos, así que conserva energías para la subida. Por otro lado, no te despistes con el tiempo; aunque la ruta solo ocupa dos kilómetros, las paradas para fotos y remojones alargarán la jornada más de lo previsto.
Si quieres ampliar la experiencia, acércate al nacimiento del arroyo Balastar o atrévete con la subida a El Romeral. Eso sí, recuerda que esta opción añade tres kilómetros extra y algo más de desnivel; valdrá la pena si te atraen los restos arqueológicos y las vistas panorámicas.
Por último, un recordatorio obvio, pero necesario: deja el entorno tal como lo encontraste. Las cascadas lucen espectaculares gracias a que, hasta ahora, el respeto ha sido la norma. Mantengamos el pacto: nosotros nos refrescamos y la naturaleza sigue intacta. Conoce otros lugares con encanto de Andalucía, accediendo a nuestra sección de actualidad.