La conquista de la felicidad es una permanente en la vida del ser humano. Probablemente, el principal impedimento para lograrlo es la desconexión absoluta con el presente, abriendo camino a que el pasado y el futuro sean unas dinámicas constantes y la anteposición del desenlace antes que la trama. Esto podría corroborarlo un estudio que determina que, efectivamente, sí que existe una franja de edad en la que somos más y menos felices. Los resultados hablan por sí solos.
¿Cuáles son los tramos de edad de mayor y menor felicidad?
El economista David Blanchflower, profesor de la Universidad Dartmouth College y exmiembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, llevó a cabo una exhaustiva investigación en 134 países. El estudio, publicado en 2020 por la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos, demostró que existe la llamada «curva de la felicidad» en forma de U invertida que está presente en la mayor parte de los países.
La dinámica se suele repetir en la mayor parte de los países. Experimentamos más infelicidad hacia finales de los 40 y nos acercamos a nuestra la plenitud alrededor de los 60 años. En concreto, el extenso estudio, elaborado a partir de encuestas internacionales que miden el bienestar de las personas utilizando distintas metodologías- mostró que, la edad en la que la gente es más infeliz en los países desarrollados es a los 47,2 años, mientras que en los países en vías de desarrollo es 48,2.
Menos autoexigencia más vínculos personales
A partir de los 50 disminuyen las aspiraciones y nos volvemos más agradecidos. Hay varias teorías psicológicas que sustentan este estudio. Las más robustas subyacen en la disminución de expectativas, el autoconocimiento, una reducción de la necesidad de aprobación externa y de cumplir roles sociales y la priorización de la calidad de las relaciones personales. «A los 47 la gente se vuelve más realista, ya se dieron cuenta de que no van a ser el presidente del país», declaró Blanchflower en su día a BBC.
La unión nos hace más felices
Jonathan Rauch, investigador del centro de estudios Brookings Institution en Washington, analizó este estudio. Como resultado, publicó el libro «La curva de la felicidad: por qué la vida mejora después de los 50». Tras entrevistar a varios expertos, el autor descubrió que nuestro cerebro vive modificaciones a medida que envejecemos. Y es que durante ese tramo es cuando se obvian cada vez más las imposiciones sociales y profesionales y, por el contrario, se incide en las relaciones sociales significativas.
De esta manera, Rauch explica la crisis de los 40 como una «brecha de expectativas», lo supone un punto de inflexión, ya que los adultos se percatan de que sus expectativas podrían ser poco realistas. Esto provoca un malestar e incluso un duelo. No obstante, una vez superado, es cuando llega “la edad dorada”.
Por lo tanto, estas conclusiones son verdaderamente esclarecedoras a la hora de diseccionar la paz mental humana, remarcando que una porción muy importante del elixir de la felicidad está marcada por una importante red de apoyo, lo que dista mucho de la necesidad imperante de tener que “tachar” objetivos de nuestra vida, con mayor preponderancia en el aquí y el ahora. Para seguir leyendo noticias sobre estilo de vida, puedes visitar nuestra sección de actualidad.