La desigualdad socioeconómica en Estados Unidos es un hecho contrastable, que se comprueba entre otros factores, por la proliferación de los desiertos de comida. Este término se aplica a las zonas habitadas por residentes con bajos ingresos en las que predomina la escasez o inexistencia de alimentos básicos. Acudir al supermercado y comprar alimentos frescos parece ser una opción inviable. Esta problemática se concentra especialmente en el sur y medio oeste americano.
Una realidad extendida en Estados Unidos
Los desiertos de comida en Estados Unidos tienen una mayor presencia en los estados de Tennessee, Texas, Mississippi, Nuevo México, Arkansas, Alabama pero también en Nueva York, constituida como la capital financiera y comercial norteamericana. Los vecindarios de las personas que habitan en los denominados desiertos de comida, cuentan con varios establecimientos de comida rápida.
Algunos de estos recintos son franquicias como McDonalds, y también los conocidos «dollar stores», que venden productos muy baratos pero con gran cantidad de aditivos como colorantes, harinas refinadas o grasas perjudiciales. Para poder acceder a alimentos saludables, los habitantes de esas zonas-en su mayoría pertenecientes a la comunidad latina o afroamericana- tienen que recorrer grandes distancias. Sin embargo, muchos de ellos no pueden ya que no tienen vehículo propio. Además, no disponen de recursos para mudarse.
En consecuencia, recurren a estas cadenas para poder sobrevivir, por lo que abusan de los ultraprocesados, asociados a mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad o cáncer. De hecho, quienes residen en desiertos de comida, “están expuestos a morir 15 años antes que el resto de la población por graves problemas de salud», según declaró para la BBC el doctor Armen Henderson, en 2021.
Cabe mencionar que de acuerdo a los datos de la Oficina del Censo de 2021, los últimos disponibles, el 11,6% de los estadounidenses vive en el umbral de pobreza o por debajo de él. Eso equivale a aproximadamente 38 millones de personas. El porcentaje de niños menores de 6 años que viven en la pobreza es del 16,1%.
La alimentación, una cuestión de clases
Los desiertos alimentarios son una consecuencia de la brecha entre clases. Aunque su origen es estadounidense, en España también hay estudios que demuestran que la repartición de alimentos ecológicos y saludables no es equitativa. Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), un 6,4% de la población no dispone de recursos suficientes para una alimentación adecuada. A esto se le suma que la tasa de pobreza alimentaria aumenta a un 20% en las familias de menor renta.
Esta disparidad se traduce en un incremento de la obesidad infantil y España es uno de los países de la Unión Europea que cuenta con unas tasas más altas. Esto lo plasmó un informe de Save The Children publicado en 2022. La investigación mostró que el 32,5% de los niños de hogares de renta baja sufren este problema, en comparación con el 19% provenientes de familias más desahogadas. Si quieres más información sobre este tipo de noticias, puedes visitar nuestra sección de actualidad.