Muchas veces realizamos determinadas acciones pensando que no tienen repercusión. Sin embargo, no podemos estar más equivocados, y además, muchas de estas, se encuentran influenciadas por el entorno educativo, social o contexto biológico. Hay un experimento fundamental en psicología que se hizo en los años 60, que demostró el increíble efecto que tiene hacer algo y cómo contribuye a una vida más exitosa y sosegada. En este artículo te revelamos el descubrimiento y cómo puedes incorporar ese hábito a tu día a día.
La psicología habla: el poder de hacer esto
¿Has oído hablar de la prueba del malvavisco? Un experimento de la Universidad de Stanford, dirigido por psicólogo Walter Mischel, seleccionó a 16 niños y 16 niñas de entre tres y cinco años y les ofrecieron una nube de azúcar (malvavisco), asegurándoles que si esperaban 15 minutos sin comer les darían otra, por lo que tendrían el doble de recompensa. ¿Cuáles fueron los resultados? Solo el 33% de los niños eligió esperar.
¿Qué pasó años después?
El experimento no acabó ahí. Años más tarde, los investigadores consultaron a los padres de los niños que participaron en el experimento y se vio que los que en su día no esperaron, tenían peores notas y más problemas de comportamiento que aquellos que sí esperaron la recompensa. Este experimento revela, por lo tanto, la importancia del autocontrol y, lo que en psicología se conoce como la gratificación aplazada.
Psicología: ¿Cómo beneficia a nuestro cerebro la gratificación atrasada?
La gratificación aplazada es la capacidad de resistir una tentación sabiendo que espera una recompensa mayor. Esta tiene un gran impacto en nuestras vidas y nos ayuda a cumplir más rápidamente nuestros objetivos como ahorrar más, perder peso, dejar de fumar, etc. Nuestro cerebro es el órgano responsable de guiar y controlar la conducta y para ello está el sistema límbico, localizado en el cuerpo estriado ventral.
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El sistema límbico es un grupo de estructuras encargadas de la recepción de emociones, entre las que se incluyen las sensaciones placenteras o de gratificación. Este reacciona a la posibilidad de gratificación momentánea, y para posponer ese placer, la corteza prefrontal juega un papel muy importante, ya que se relaciona con el razonamiento y control de impulsos. La buena noticia es que se puede entrenar, gracias a los descubrimientos sobre neuroplasticidad.
En conclusión: la psicología ha demostrado que la capacidad de espera de recompensa puede influirnos de una forma muy beneficiosa. Si te interesa mejorar tu estilo de vida, puedes seguir leyendo estos contenidos en la sección de actualidad.