Este rincón andaluz se convierte en el nuevo destino de verano preferido por los madrileños: casas blancas y geranios en los balcones

Salir pitando de Madrid cuando el termómetro aprieta se ha convertido en el pasatiempo oficial de julio y agosto: te contamos cuál es su destino playero favorito en Andalucía.

Hasta hace dos telediarios, la brújula veraniega miraba al norte y acababa en la Costa Brava. Sin embargo, cada vez más conductores descubren que la felicidad está justo cinco horas carretera abajo, dirección sur. Hablamos de Nerja, un rincón malagueño que combina el salero andaluz con aguas cristalinas que quitan el hipo. Aquí no hace falta madrugar para clavar la sombrilla ni fundir la tarjeta en cada ronda de cervezas. Quizá por eso (y por un puñado de detalles muy concretos) este pueblo se ha colado en la lista de imprescindibles de muchos madrileños.

¿Por qué los madrileños cambian la Costa Brava por Nerja cada verano?

Llegar a Nerja es tan sencillo como exprimir 5 h de autopista: sales de la M‑30, enfilas el sur y, cuando quieres darte cuenta, el Mediterráneo te da la bienvenida. Esta proximidad, unida a un clima suave y menos ventoso que el de la Costa Brava, facilita el plan familiar sin necesidad de clonar agendas ni plegar quince chaquetas “por si refresca”.

Una vez allí, el Balcón de Europa (mirador colgado literalmente sobre el mar) cumple la promesa de la postal perfecta. Calles estrechas, fachadas encaladas con geranios y tiendas pequeñas conforman un decorado donde el reloj va a su bola, muy alejada de la prisa capitalina.

Cinco motivos de peso para decir “hasta luego” al norte

Antes de reservar hotel, conviene saber por qué tantos vecinos de Madrid repiten Nerja como destino estival.

  • 5 h de volante y listo: distancia cómoda para plantarse junto al mar sin recurrir a vuelos ni grandes peajes.
  • Playas de aguas cristalinas: Burriana y sus vecinas ponen fácil el chapuzón sin carreras ni empujones.
  • Clima amable: menos viento que en la Costa Brava y temperaturas que permiten paseo nocturno sin chaqueta.
  • Precios todavía razonables: el “pescaíto frito” sale a buen precio y la caña no tiembla en la cuenta.
  • Ambiente auténtico: la vida local manda; aquí las reservas imposibles son leyenda urbana.

En resumen, Nerja ofrece calidad de vida a ritmo lento y sin la sensación de parque temático que invade otros destinos saturados.

Disfruta de Nerja sin comerte la cabeza

Empieza la mañana con un paseo sosegado por la playa de Burriana; sandalias en mano, olas en los pies y un café mirando al horizonte: receta infalible para rebajar el estrés capitalino en tiempo récord. A media mañana, la foto desde el Balcón de Europa llega sola; basta dejar el móvil en automático y dejarse sorprender por el azul de fondo.

Para la tarde, tapeo frente al mar, sin agobios: pide una ración de “pescaíto frito” y verás cómo la cartera respira tranquila. Remata el día viendo cómo el sol se esconde tras el Mediterráneo y, si te sobra energía, vuelve a las calles encaladas para un helado de despedida. El único papeleo real consiste en reservar alojamiento con antelación y llevar calzado cómodo; el resto, como diría cualquier nerjeño, “sale rodando”.

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